Siendo muy pequeñito mi madre solía llevarme a un salón recreativo
de esos de barrio, donde el señor del cambio repartía monedas como si de fichas
de feria se tratara, amalgama de ruidos, colores, ilusiones y humo de cigarro
en el que algún que otro aprendiz de delincuente trataba por unos minutos de
evadirse de un mundo amargo que poco tenía que ofrecerle.
Y ahí estaba yo, ante aquellas maravillosas dispensadoras de sueños a cinco
duros, “elige una” me decía, mientras me entregaba las ansiadas 25 pesetas. Ese
día decidí enfrentarme a un gigantesco simio, ser un héroe, escalar a lo más
alto y rescatar a la chica.
Hoy aún sigo jugando la misma partida, ascendiendo,
mientras que desde arriba algún primate resentido se empeña en arrojarme cosas,
espero tener éxito, entre tanto, por
favor, ¿Podrías alcanzarme ese martillo de ahí?
Mr. Donkey en uno de sus días malos (en realidad es una bellísima persona) |
Donkey Kong es el perfecto ejemplo de juego de principios de
los 80, de desarrollo simple, directo y terriblemente divertido. En él
controlábamos a “Jumpman” (en principio pensaron darle el papel a John Candy,
pero ante la negativa de éste recurrieron a un espontáneo que trabajaba de
fontanero en los estudios). El argumento del juego es bien sencillo, Un simio
gigantesco ha raptado a nuestra chica y se ha refugiado en la Torre Pelli, es
nuestro deber rescatarla. Como veis nada original, sin embargo era de agradecer
que en esos años el juego tuviera una “historia” con principio y con final,
Jumpman podía realmente llegar a lo alto, acabar con el Simio y rescatar a su
dama, cuando la mayoría de los grandes éxitos de esos años (hablamos de 1981) sólo
te ofrecían una sucesión interminable de pantallas, cada una más difícil que la
anterior. No duda en recurrir a arquetipos preexistentes, de hecho más de uno
llamaba al juego “Don King Kong”, porque lo de llamar Donkey (burro) a un mono,
pero bueno, hay quien le pone ese nombre a su perro…
Donkey Kong en su versión "Hand held" |
Estaba dividido en cuatro fases que eran minijuegos en sí
mismas, ya que tanto los objetivos como las tácticas a seguir variaban de una
pantalla a otra. Los controles eran muy simples, una palanca de dirección y un
botón de salto, nada de disparos. Para defendernos disponíamos de mazos con los
que podíamos destrozar los barriles que nos arrojaba nuestro enemigo, pero
debido al peso del mismo nos impedía subir por las estructuras. Aunque la mejor
arma sin duda era el salto, jumpman hacía honor a su nombre esquivando los
barriles y diciendo “mira mono, por aquí me paso yo tus toneles” (100 puntos) a lo que el señor donkey se mosqueaba y nos tiraba dos o tres más. En otras
fases nos encontrábamos con dificultades adicionales, cintas transportadoras
que nos ralentizaban el avance, elevadores, muelles mutantes asesinos, y así
hasta llegar a la última pantalla, en la que debíamos retirar unos topes que
sujetaban el andamiaje para que la estructura se colapsara y el mono cayera.
A pesar de las escaleras y los saltos, Mario sigue igual de tocinete |
Curiosidades
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Tanto Jumpman (luego Mario) como Donkey se
convertirían en los dos personajes más famosos de la compañía NINTENDO.
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En Donkey Kong Jumpman-Mario era carpintero, no
fontanero.
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Dió lugar a una larga saga de juegos.
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