25.5.12

DONKEY KONG


Siendo muy pequeñito mi madre solía llevarme a un salón recreativo de esos de barrio, donde el señor del cambio repartía monedas como si de fichas de feria se tratara, amalgama de ruidos, colores, ilusiones y humo de cigarro en el que algún que otro aprendiz de delincuente trataba por unos minutos de evadirse de un mundo amargo que poco tenía que ofrecerle.  
Y ahí estaba yo, ante aquellas  maravillosas dispensadoras de sueños a cinco duros, “elige una” me decía, mientras me entregaba las ansiadas 25 pesetas. Ese día decidí enfrentarme a un gigantesco simio, ser un héroe, escalar a lo más alto y rescatar a la chica.
Hoy aún sigo jugando la misma partida, ascendiendo, mientras que desde arriba algún primate resentido se empeña en arrojarme cosas, espero tener éxito, entre tanto,  por favor, ¿Podrías alcanzarme ese martillo de ahí?


Mr. Donkey en uno de sus días malos (en realidad es una bellísima persona)

  Donkey Kong es el perfecto ejemplo de juego de principios de los 80, de desarrollo simple, directo y terriblemente divertido. En él controlábamos a “Jumpman” (en principio pensaron darle el papel a John Candy, pero ante la negativa de éste recurrieron a un espontáneo que trabajaba de fontanero en los estudios). El argumento del juego es bien sencillo, Un simio gigantesco ha raptado a nuestra chica y se ha refugiado en la Torre Pelli, es nuestro deber rescatarla. Como veis nada original, sin embargo era de agradecer que en esos años el juego tuviera una “historia” con principio y con final, Jumpman podía realmente llegar a lo alto, acabar con el Simio y rescatar a su dama, cuando la mayoría de los grandes éxitos de esos años (hablamos de 1981) sólo te ofrecían una sucesión interminable de pantallas, cada una más difícil que la anterior. No duda en recurrir a arquetipos preexistentes, de hecho más de uno llamaba al juego “Don King Kong”, porque lo de llamar Donkey (burro) a un mono, pero bueno, hay quien le pone ese nombre a su perro… 


Donkey Kong en su versión "Hand held"

Estaba dividido en cuatro fases que eran minijuegos en sí mismas, ya que tanto los objetivos como las tácticas a seguir variaban de una pantalla a otra. Los controles eran muy simples, una palanca de dirección y un botón de salto, nada de disparos. Para defendernos disponíamos de mazos con los que podíamos destrozar los barriles que nos arrojaba nuestro enemigo, pero debido al peso del mismo nos impedía subir por las estructuras. Aunque la mejor arma sin duda era el salto, jumpman hacía honor a su nombre esquivando los barriles y diciendo “mira mono, por aquí me paso yo tus toneles” (100 puntos) a lo que el señor donkey se mosqueaba y nos tiraba dos o tres más. En otras fases nos encontrábamos con dificultades adicionales, cintas transportadoras que nos ralentizaban el avance, elevadores, muelles mutantes asesinos, y así hasta llegar a la última pantalla, en la que debíamos retirar unos topes que sujetaban el andamiaje para que la estructura se colapsara y el mono cayera.


A pesar de las escaleras y los saltos, Mario sigue igual de tocinete


 
Curiosidades
-          Tanto Jumpman (luego Mario) como Donkey se convertirían en los dos personajes más famosos de la compañía NINTENDO.
-          En Donkey Kong Jumpman-Mario era carpintero, no fontanero.
-          Dió lugar a una larga saga de juegos.
-          Puedes descargártelo AQUÍ

18.5.12

ALTERED BEAST



Siempre que tenía la ocasión de visitar con mis padres ciertos grandes almacenes me quedaba embobado mirando una tele gigantesca con una demo del Karate Champ.
Tuve que patalear mucho y montar un numerito, el chantaje emocional era el único recurso que teníamos los pre-pubertosos ochenteros de clase media, pero al final fue mía, mi padre me compró aquella consola. Con ella me permitió elegir un juego (y vas que te matas chaval), el Altered Beast con el que por fin pude decir con propiedad aquella frase que todos repetíamos ante cualquier conversión cutre que sacaban para nuestros limitados ordenadores de ocho bits… “es igual que la máquina!”


 
La hija de Zeus ha sido raptada, y el contrato de héroe es indefinido, pero indefinido de verdad, así que aquí tenemos a nuestro prota convertido en un no-muerto bastante cabreado, aunque pensándolo bien podría ser peor, podría haberse despertado en mitad del cementerio con unos canzoncillos de corazoncitos y barba de tres semanas…

Altered beast era un derroche de imaginación, desde el minuto 1 lo dejaba bien claro: hordas de zombis desmembrados, cerberos bicéfalos albinos, cocatrices o serpientes gigantes se empeñaban en hacernos morder el polvo.
Afortunadamente no estábamos indefensos, los dioses nos habían otorgado el poder de metamorfosearnos (vaya palabreja) en poderosas criaturas, hombre-lobo, hombre-dragón, hombre-oso, hombre-tigre y hombre-gimnasio, no sin antes darle una buena patada al husky blanco de dos cabezas para que soltara el ansiado power-up.


La entrañable montaña de basura de los fraggel en una de sus mejores interpretaciones
 
Cada una de las fases se iba prolongando hasta que lográsemos transformarnos, momento en el cual el malvado Dios de los calvos se transformaba a su vez en uno de los inolvidables monstruos de final de fase, como la terrible montaña de caca que nos arrojaba sus cabezas o el mil-ojos de crema de la segunda fase, que hacía lo propio con sus globos oculares, muy educativo todo.

En definitiva, un título representativo de la época dorada de SEGA, que conserva la misma jugabilidad del primer día, que me hizo desear llegar a casa para ponerme a jugar y que dejó una indeleble huella allá donde se guardan los recuerdos que merecen la pena, no en la cabeza, sino en un rinconcito del corazón, un rincón oscuro y algo peludo…


Tranquila que estoy vacunao


Curiosidades
- Una de las bestias de la segunda fase aparecería como montura en el juego Golden Axe
- Tuvo dos secuelas, Project Altered beast y Guardian of the Realms, para ps2 y gameboy
- Puedes descargártelo AQUÍ.



11.5.12

IKARI WARRIORS

 

“Al Javi le han comprado un ordenador! Anda niño y ve a que te lo enseñe” Y así empezó todo, ahí estaba mi buen amigo Javi, con su cacharro nuevo, un “astram”, que junto con el video beta hacían de su casa una especie de cueva de las maravillas.
En el monitor una explosión de color, donde una especie de Rambo con lorza se liaba a tiros a diestro y siniestro contra todo lo que se moviera, en ese preciso momento me di cuenta que la era del click ya había pasado.


Ikari Warriors bebía de dos fuentes, las películas de Rambo, de la que no sólo copió la estética de los personajes, sino incluso hasta el título en japonés (no, no lo voy a escribir, el que quiera que lo busque), y del clasicazo arcade de Capcom “Commando”, aparecido tan sólo un año antes, del que calca la estructura de juego.
En Ikari warriors encarnábamos a Ralf o a Clark, también conocidos como player 1 y player 2 en una peligrosa misión de rescat… cargarse a todo bicho viviente, valiéndonos para ello de nuestro fusil, un puñado de granadas y algún que otro tanque que esporádicamente nos íbamos encontrando por el camino.

Falete contra los ninja


A pesar de todo, Ikari warriors también tenía algo que aportar. Lo primero que llamaba la atención era la posibilidad de juego cooperativo, a saber ni commando lo permitía ni Rambo tenía ningún primo. Lo segundo era disponer de munición limitada, algo que nuestras barras espaciadoras nos agradecerán siempre. También podíamos “fijar” la cintura de nuestro soldado, y así disparar en una sola dirección mientras avanzábamos, curioso, a la vez que inutil. Y por último la posibilidad de utilizar tanques enemigos que nos otorgaban un gran poder ofensivo y aguantaban un impacto, tras lo cual reventaban y teniendo cuidado de no agotar el combustible, tras lo cual…reventaban.



Curiosidades
-          Ralf y Clark se convertirán en habituales de la saga King of Fighters
-          La canción de la versión arcade es la misma utilizada en el juego Side Arms (2ª fase)
-          Tuvo dos secuelas: Victory road e Ikari III: the rescue


Hakujya

PARA EMPEZAR

 

…y al nene le dio por escribir un blog. No sé si serán cosas de la edad o vete tú a saber.
El caso es que aquí estoy, intentando, de la manera más amena posible, mostrar un poco de lo que soy en realidad, un niño común y corriente que tuvo la inmensa suerte de vivir en los 80 y 90, un niño que sin darse cuenta y sin hacer nada por evitarlo se hizo mayor, a base de responsabilidades, problemas, facturas que pagar y colesterol del malo.
Un niño que a pesar de todo, no se olvidó de jugar.